24 abr 2009

Tres Lugares

Detrás de la cama, al costado de la escalera y encima del tejado. Cuando tenía 6 años eran los tres lugares donde me encontrarían si no estaba en la escuela.


Detrás de la cama, entre el mueble de libros y las sábanas, me gustaba esconderme con mis pies bajo la cama. Pondría mis manos sobre el colchón, y jugaría con mis amigos imaginarios. Les contaría qué tal estuvo mi día, y qué tan feliz había sido.


Al costado de la escalera que dirigía al segundo piso de la casa. Echada en el piso, con los brazos y piernas extendidos, me gustaba pensar que la lámpara que colgaba era la luna.


Encima del tejado, entre la ropa blanca que habían lavado, entre mis peluches sin relleno que estaban secando. Ahí conversaba con Dios, y Él me respondía. Le contaba todo.


Pero ahora detrás de la cama, no pienso en otra cosa que aburrirme, y mis amigos ya no son ni imaginarios. Aunque los tuviera ya no tendría qué contarles, y ni hablar de ser feliz…


Al costado de la escalera, hace frío y la lámpara parece que me va a caer encima. Echarme en el piso es incómodo…


Sólo subo al tejado a llorar, cuando no quiero que me vean. La ropa blanca es ahora negra y mis peluches perdieron algo más que el relleno…


Encima de la cama, bajando la escalera, y nunca en el tejado. Esos son los tres lugares donde me encontrarás si no estoy en la escuela. Me he vuelto una persona aburrida, quizás por eso Dios ya no me responde.

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